domingo, 30 de marzo de 2008

Shianoukville

Una vez entendida esta urbe, y con información que asimilar, la playa, era el destino obligado, así que llegamos Shianouk Ville, donde escribí:

Shianoukville

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"...Parece que de alguna manera, estamos combinando ciertos factores que determinan nuestro destino cada día, nuestra positividad, fé y determinación nos han traído al paraíso.

Aquí las mafias chinas y rusas disfrutan de una estratégica situación, los ricos fruto de la corrupción y la desigualdad, se codean en partidas de Pocker o en lujosos burdeles; y en otras playas atestadas de mochileros, la espuma del mar ha perdido protagonismo y la de la cerveza llena jarras y jarras hasta el amanecer.

Y sin saber cómo, todo esto queda lejos y nosotros salvajeamos en una playa casi desierta.

Llegamos a la ciudad y nos abordaron conductores de "tuc-tuc", vendedores de droga, comerciales de las "guest houses" y hasta occidentales afincados en el sureste. Consumidos por la dureza de este mercado y la poca predisposición tras un tranquilo viaje en autobús, salimos por patas.

La oficina de turismo estaba cerrada, nos seguían los taxistas y compañía; y como oasis o una embajada en tiempos de guerra, avistamos "Paco´s Tapas Bar", y allí estaba nuestro embajador, con su camiseta del toro de Osborne, de Madrid, con su calva y su coleta. Graciosamente resentido por sus años hippies, se aproximó sonriente y cabizbajo, y todos nos presentamos, intercambio rutinario de perfiles, y marchamos con buen consejo; dirigirnos a las playas salvajes.

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Y aquí estamos, en Otres Beach, con kilómetros de arena blanca y aguas cristalinas. En vez de palmeras hay pinos en la orilla, y las jumas y el césped, luchan con la arena por el dominio del territorio. Hay una línea de "guest houses" y restaurantes a pie de playa, todo es bastante caro y nos desanimó a primera vista, pero llegados, tras 3 meses a nuestra primera playa, teníamos que disfrutarlo, así que pagamos el desorbitado precio de 6US$ por la habitación a pie de playa, literal, 2m y al agua, y allí pasamos la primera noche..."

Y allí perdimos la cuenta, la matemática se nos había caído con la flojera de los dedos al relax de las hamacas. No importaban los días que estuviéramos, desde el segundo día nos dieron alojamiento gratuito en una estructura de madera, a modo de bungalow sin paredes, pero innecesarias igualmente, ya que contaba con barandillas y estaba a suficiente altura para que los animales tuvieran complicado el conquistarnos.

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La familia que se encargaba de la "guest house" era entrañable y característicamente Camboyana, nada corrompidos por nuestros interesados valores; y al conocer nuestra situación hicimos un espontáneo intercambio, ellos nos dejaron dormir allí y nosotros íbamos al mercado y si cocinábamos para nosotros, lo hacíamos para ellos.

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La tortilla de patata les encantó y la incluyeron en su menu.

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Aemás de ellos, hubo otro grupo que hizo feliz nuestra estancia en aquella playa; este grupo eran las niñas que vendían marisco y fruta, también daban masajes y hacían la manicura; y buscaban turistas en momentos de flojera atacando con las técnicas comerciales más depuradas. En un grupo de 7 u 8 solo un par eran mayores de edad y la más pequeña, Tiea:

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...era espectacularmente espabilada; respaldada por sus hermanas y compañeras de trabajo, vacilaba, convencía y siempre vendía lo que se propusiera.

Nosotros tristemente tanto para ellas como para nosotros, no eramos el cliente habitual de sus servicios; ojala nos pudiéramos permitir marisco y fruta a todas horas, y masajito y pedicura después... pero encontramos algo mucho más bonito que nos unió, algo mucho más humano; y esto fue el acercamiento, el interés por las vidas de los unos y los otros y el jugar.

Nos decían que nunca nadie jugaba con ellas, y como no había más playa que explorar ni turistas a los que acechar se unieron a juegos en el agua, dejaron sus bandejas y los utensilios de trabajo y vestidas de arriba a abajo, que así es como se baña la mujer en Camboya, se metieron a jugar con nosotros.

Sacamos toda nuestra infancia a relucir, tratando de recordar juegos de pelota en el agua, haciendo castillos humanos en el mar, tirandonos contra las olas etc. A esto se unieron también los niños del carbón, que pasaban el día preparando carbon vejetal en la explanada y lo vendian a los chiringuitos para las chimeneas y las cocinas. Así que cada tarde teníamos nuestra cita en el jardin de infancia, a darles un toque de distinción a la vida de esta gente.

Tras muchas tortillas de patata, partidas al billar en la guest house de los colegas, marisco regalado y tardes enteras de juegos en el agua, conversaciones intentando resolver sus conjeturas respecto a nuestra sociedad occidental y su manera de entenderla. De repente nos dimos cuenta de que nos habíamos atornillado en ese escenario y sin querer los días estaban pasando, así que decidimos reanudar las planificaciones de donde y cuanco era el próximo destino.

Paramos a ver a nuestro paisano consejero, y nos dio el nombre de una isla, y poca más información.

3 comentarios:

mari ros dijo...

me ha emocionado vuestro juego con los niños , que bonito conseguir esa relación tan alegre y llena de vida con ellos.
enhorabuena por vuestro blog. al intercalar las fotos la lectura es muy agradable. continuo leyendo. hasta otra.mari ros

mari ros dijo...

no os asustéis. la de solidaridad antiacoso es la Asun, que asi es de original ella.

Anónimo dijo...

che, man... no sera muy distitiva tu vida no? (ironia), claro la de ellos no vale nada verdad?...