domingo, 30 de marzo de 2008

las 4.000 Islas y su mar fluvial

4.000 Islas, Laos, 26 de febrero de 2008.

Hemos llegado a las cuatro mil islas que se forman en el Mekong, al final de su recorrido por las tierras de la república democrática de la gente de Laos, o algo así se llama este país, según pone en los escudos y placas oficiales.

Las historias se amontonan en mi cabeza y en esta su dificultad de resumir, y las ganas de contarlo todo y que no quede un detalle en el tintero.

En un mapa, de estos que se doblan en decenas de trozos, y que pocas veces uno lo recompone como es debido, voy marcando el recorrido de nuestro viaje, con un bolígrafo negro subrayo la ruta y hago una circunferencia en las paradas y me parece increíble, la cercanía de todo, la accesibilidad del mundo y su belleza.

Como ya he dicho, en estos países hay rutas turísticas muy marcadas y en muchos de sus destinos vamos parando, sitios como Pai (Tailandia), o Vang Vieng (Laos), o aquí, en esta isla de mochileros y búfalos compartiendo las playas del Mekong.

Es gracioso encontrarse a la misma gente en diferentes países y a tantos kilómetros de distancia, es como un barrio, como una ciudad que se extiende en cinco países.

Nuestro primer grupo se formó en Pai, donde el equipo de inquilinos de "Unicorn Guesthouse" empezó a conocerse y a realizar actividades en conjunto, fue maravilloso. El segundo se formó en un treking por la selva del norte de Laos, donde para dirigirnos de Pai a Vang Vieng, en Laos, decidimos evitar la super turística travesía del rió Mekong entre la frontera Tai-Lao, y alternativamente recorrer un poco el norte de este país y sus selvas, así que nos dirigimos de nuevo al norte, y allí es donde conocimos al "2nd team" y aún más maravilloso.

Menudo "2nd team", nueve españoles en el triángulo de oro, casi en las fronteras de Birmania y China, cerca del lugar por donde navegamos hace ya como un mes, de China a Tailandia en aquel moderno y potente barco.

El equipo compuesto por un nuevo Xavi, escalador en misión abortada por una leve, pero condicionante lesión, ahora viajando en solitario, y en vez de acompañado por sus compañeros de escalada, dos españolas aventureras que conoció en otro trek.

Cristina y Becky, de Aranjuez y Toledo respectivamente, estan viajando en maratón con un ritmo increíble. Recorriendo países como paradas de metro, con vitalidad y alegria, sin cansancio aparente y disfrutando cada minuto.

Y a este grupo se unió Nacho, un joven donostiarra, viajero solitario y tremendamente interesante, ahora esta en Birmania, fuera de los circuitos turísticos de los que hablábamos y disfrutando de la recta final del viaje antes de su vuelta.

Y con Mara, Darío, Xavi y yo, pues os podéis imaginar que pedazo de equipazo tuvimos para el treking.

Nuestro encuentro fue en Muang Sing, dos horas al norte de Luang Namtha, la capital de la provincia.

Allí nos dirigimos para hacer un trek por la selva ya que según habíamos leído en nuestra guía, en esta zona se organizaban eco-treks de bajo impacto en zonas protegidas por la unesco.

Fue duro, surrealista y maravilloso al mismo tiempo; dos días andando y una noche en una aldea perdida en la selva. El treking incluia comida, agua y masaje en la aldea donde hacíamos noche.

Teníamos tres guias, dos de la empresa de treks y con conocimientos de inglés y el tercero de alguna aldea de la zona que sería el que marcaría el camino por la jungla.

Nosotros, en nuestra realidad particular, andábamos preocupados por la ropa técnica que llevar y los preparativos, el tiempo no era de lo mejor y corríamos riesgo de lluvia y frio, así que nos equipamos bien; con nuestros forros polares, calzado "gore-tex" con suela "Vibran", mantas de fibra, toallas de secado rápido, parte del botiquín, etc etc...

Por el contrario nuestros guias llevaban calzado de trabajo, unas botas de cuero y puntera reforzada con rotos y fisuras por todas partes, además de mochilas baratas cargadas hasta arriba con nuestra comida.

El guia local es quien debe llevarse el premio al cumplimiento de objetivos sin equipación ninguna. Vestía un pantalón de pinzas negro y una camisa blanca, además de alguna camiseta interior y no solo eso, sino que calzaba unas chanclas de esas de goma que se agarran al hueco que hay entre los dedos. Fue increíble, mientras todos pedíamos tiempo para una parada y un trago de agua, el se fumaba un cigarro, y mientras nosotros sudábamos y andábamos quitando y poniéndonos capas, él ni siquiera se despeinaba, unos 20 años debía tener el figura.

El primer día andamos unas seis o siete horas por la selva, maravilloso ecosistema. Nos adentrábamos por los senderos que llevan a las villas, a las cuales, en algunos casos, solo se puede acceder andando. La vegetación es asombrosa, impenetrable, es como un torrente de vida salvaje a cada paso.

Subimos y bajamos tremendas colinas y en las alturas las nubes pasaban cerca y a veces nos adentrábamos en ellas. Cuando los árboles de la selva peinan las nubes llueve, y cuando falta vegetación o hay un claro el sol azota y la sequedad se siente, pero, en tres metros vuelve a llover, de nuevo las plantas arrancan su alimento a esas entrometidas nubes que se rascan en las cimas. Es mágica la sensación de tanta actividad natural concentrada.

La llegada a la aldea fue un respiro, estábamos desacostumbrados a tanta actividad física, pero muy agradecidos de haberlo hecho. Allí vivían doce familias, unas setenta y tantas personas, y allí es donde pasaríamos la noche. La "guest house" era una casa más de la aldea, de madera y techos de paja, con pilares de madera que elevan la estructura del suelo. La ducha, la fuente, el grifo; todo eran uno y estaba en el centro de la localidad. La electricidad existía, pero para quehaceres limitados y producida por un viejo generador atado a una gigantesca dinamo.

En cuanto llegamos echaron a algunos animales que habían ocupado la casa que nos correspondía a los "turistas", y nuestros incansables guias empezaron a preparar la cena; en el suelo, con leña y los instrumentos justos, nos cocinaron un manjar.

Después de la cena, se supone que había un masaje, según nos dijeron en la oficina al contratar el trek y así fue, el surrealismo comenzó. En lo que se supone que debía de ser nuestra habitación comenzaron a entrar desde gallos a niños, nos sentamos en círculo y empezaron a beber lao lao (orujo casero local) y a cantar. Esta gente a falta de televisión y otros entretenimientos, no os imaginas la de recursos que tienen y la cantidad de canciones que se saben de memoria.

Al rato entraron las mujeres del pueblo y nos empezaron a dar los masajes, y allí estábamos estirados, los nueve españoles, hechos polvo tras la caminata, recibiendo un fantástico masaje mientras el resto del pueblo bebía y cantaba en nuestra habitación.

Terminado el masaje nos unimos a la fiesta y cantamos con ellos hasta la madrugada, aunque cuando nos tocaba exponer nuestras canciones, poco más que un "cumpleaños feliz..." salía de nuestras entumecidas neuronas. Lo pasamos bien.

Así que ahí es donde se formó este maravilloso grupo, que más tarde, a excepción de Nacho, una pena, se volvió a juntar en Luang Prabang y aquí en las cuatro mil islas despedimos a Crispi y Becky, hasta un próximo encuentro.

Así que aquí estamos en una sensación marítima en la rivera de un río, que no cualquier río, disfrutando de otro punto en las rutas de los mochileros, y respirando la tranquilidad de la falta de carreteras y la ausencia de electricidad pasadas las 22h.

Hoy no me queda más batería y tengo aun cientos de cosas que contar así que en cuanto pueda continuo con la petanca en Laos, Rory y Ariel, el tubing, el "money-kip" no money, no cave... el seguimiento de 2 camisetas Zapatilla por el mundo, los pan cakes, mi hombro dislocado de nuevo, las peleas de gallos, la escalada.... uffff... el reencuentro de los equipos...

Hasta pronto pues!!!

1 comentario:

Unknown dijo...

joer machio la k lias.
muy buena idea la de abrir un blog.
yo aki contandolos dias para marchar,aunk me dara pena al final.
estamos dejando las tablas un poco de lado y nos dedicamos a hacer traking y a correr..
esto es increible y el buen tiempo te empuja a hacer de todo por los alrededores.
cuidate bro k nos veremos pronto.
chiao..