miércoles, 18 de junio de 2008

La España profunda...




La España profunda, la España de mis entrañas, la que ahora estoy viviendo. He venido a ver a la familia, a pasar diez días de más vacaciones, si cabe; a ver viejos amigos, a contar la historia de aquél autobús de China, o la de la isla de Camboya, o la de las familias musulmanas en Tailandia, las del buceo, las de las motos... Cada nuevo encuentro que requiere un intercambio de información trato de rebuscar en mi memoria algo que no haya contado para trasmitir la energía y no caer en el aburrimiento. La sensación es buena, el shock es bajo, y esto no cambia, así que tampoco a uno le sorprende tanto.

Antes de volar a Madrid me habían comentado que había una huelga de transportes en España, y claro pues uno se imagina las siglas de los sindicatos y un poco de mamoneo, que si unos piden esto y los otros aquello. Algo de lo más común en estas tierras. Antes de volver a Europa, cuando andábamos por Indonesia, la situación que a nosotros nos afectaba y que por la fluctuación de los precios nos interesaba, era la subida del petróleo y la bajada del dolar. De la misma manera, en Inglaterra, donde muchos trabajamos con la satisfacción de que nuestro dinero, al cobrar en libras, se multiplica en Euros; nos topamos con la bajada del habitual cambio 1libra=1.5€ al actual 1libra=1.2€, lo que quiere decir que estamos perdiendo un veinte por ciento de nuestro dinero al cambio.

Así que siendo un humilde viajero y trabajador nómada, me da la sensación de que este juego de rol que es la vida se esta reajustando y regulando, y que los que toman las decisiones muy bien no lo están haciendo, así que tras esas cifras, informaciones y conjeturas volé a España, a distraerme, muy relajado con una sonrisa de oreja a oreja, caído de las playas y los cocoteros a la realidad de antes.

Aquí las cosas parecen estancarse, uno llega a la preciosa estación de Atocha en Madrid, y el jardín botánico espesa el aire que respiramos, y los vaporizadores de agua lo humedecen. Los suelos de mármol que siempre me han resbalado en cada esquina, cuando llegaba tarde a la taquilla del perpetuo regional Madrid-Valencia, que yo tomaba con destino Cuenca. Esta vez iba por atocha lento, saliendo del metro y observando, sonriendo, y despacio. Debía de parecer un videoclip de esos en los que el cantante anda lento, o hacia atrás, o de alguna manera ajena a la realidad que le rodea, así iba yo. Con tiempo para analizar, y sabiendo que no me había sido posible, lo que no quiere decir que no lo sea, comprar el billete por Internet, me dirigí a las taquillas; escudriñando la estación, intentando ver amagos de nuevas tecnologías, cosas tan simples como máquinas expendedoras de billetes con tarjeta de crédito, algo simple y efectivo. Pero no, tan solo unas paradas de autoservicio que te permitían recoger el billete pagado por Internet, cosa que no me servía ya que la web con usabilidad cero, no estaba hecha para mi y vine a la estación con una hora de margen.

España es atractiva, sobre todo auténtica, la gente divertida y el sentido del humor no falta. La espera en las taquillas fue amena y me sirvió para ponerme al día en un improvisado debate sobre el estado de la nación, cosa que se da en cualquier parte, y donde todos participan, y en pocos minutos parece que hemos arreglado el mundo. No se en otros países, ni en otras sociedades, pero en la nuestra no para la crítica, el análisis superficial de los problemas más complejos. De la carnicería a la cola del paro, de esta a la peluquería del barrio, y es que no hace falta ver las noticias, a uno ya le ponen al día los diferentes afectados, lo que a mí me pasa siempre.

Entre la resaca traída de Brighton tras la "Spanish Night", y la desinformación que sufro, me vi avocado a tomar una decisión, ¿Qué clase de ciudadano desconocía que una huelga de transportes había paralizado el país?, así que asumí el papel de exiliado, de extranjero, un poco lo que soy. "Pues qué suerte que andes lejos, porque esto va camino de lo que pasó en Argentina!!..." otro se animaba: "Ya no conceden créditos los bancos, y a ver ahora como vamos a vender...", el de más allá: "Y Atocha como siempre, colapsada hijo, colapsada..!!".

Los titulares del momento me iban llegando como si hubiera sintonizado una emisora de noticias, y la verdad es que menos mal que nos lo tomamos con buen talante, y al mismo tiempo, qué desgracia que no seamos conscientes de lo que se nos viene encima, uno ya no sabe que pensar. Compré mi billete, me subí en el AVE y en 20min estábamos en Toledo.

Mi Padre como siempre un superviviente, una persona demasiado grande para escribir unas pocas líneas tratando de definirle un perfil rápido. Se alegró de verme de vuela y nos fuimos a comer en un típico restaurante de trabajadores, un excepcional menú del día.

En Toledo, el calor sigue pesando más que en otros lugares, no se por qué, pero sospecho que la ausencia de parques verdes y el prejuicio de que siempre que he necesitado una fuente he acabado comprando una botella de agua mineral, me trae esta sensación.

Como nómada que soy, voy dejando algunos contactos claves en los lugares que he residido, ya que los grupos de numerosos amigos, compañeros de clase, etc, con el tiempo van desapareciendo; y a uno tampoco le quedan ganas de hacerse una maratón de vida social, sino que con ver a los más queridos nos vale.

Visité a los más queridos, y como anécdota a destacar, el encontrarme con mi compañero de habitación en Brighton y gran amigo el Punky, en uno de los mejores momentos de su vida.  Se había dejado una barba frondosa, de naufrago coqueto, y con él viajaba Hatt, una amiga inglesa que habla castellano y también vive con nosotros en Brighton. Y aquí estaban, con su furgoneta roja "Royal Mail", recién llegados de marruecos y dispuestos a encarar la carretera de vuelta a UK. 

Era una situación curiosa, algo fuera de lo normal, y genial de que así fuera. Una de las urbanizaciones de Bargas, "Las Perdices" y en ella los de siempre con el ambiente habitual castellano, coches tunning, chismorreos, macarrillas de pueblo... y entre ese eterno escaparate de temporadas atrasadas, la furgo-casa hippie, el barbudo y su colega, Don y yo, generando expectación.

La visita a Toledo fue rápida, pero agradable, el pasar por el templo saholin que es la casa de mi padre, donde no hay cobertura para los móviles, ni Internet, ni teléfono, se hacía necesario. Es un taller de calma y tranquilidad. Y para todo lo demás mastercard, ¿o no?



1 comentario:

Anónimo dijo...

que pasa compañero!!!!!!
juanma ya veo que ese blog sigue en marcha y con ilusión. Tio que bueno lo de la publicacio en ese periodico, joder!!!!! que gracia me ha echo verlo guardame un ejemplar eh!!!!!
tio espero que la visita a España te haya ido genial.
un abrazo juanmilla nos vemos pronto!!!!!