Para situaros: estamos en la bahía de un parque natural, en Iboh, en la isla más al norte de Indonesia, a una hora en barco de Banda Ache; el lugar en cuestion se llama Pulau Weh. El característico instrumento indú "citar", destaca entre los acordes que salen de mi portatil, y el agua suena a mis pies bajo el suelo de madera de mi bungalow, donde el mar resbala; como popa de un barco encallado en unas rocas y enfrente, un arbolado cepillo de cerdas verdes, de frutales, cocoteros y plantas tropicales; se llama Rubiah Island y es una pequeñita escisión en la bahía, que crea un ancho canal de mar con corrientes y corales, que es el que nosotros encaramos.
Cada mañana nadamos un buen rato, y la magia psicodélica del mundo submarino nos envuelve. Buscas bajo las mesas de coral rayas de puntos azules, o pulpos mimetizandose con las rocas y el coral. Huyes de los fornidos Trigger Fish que levantan su gatillo mostrándote su enfado. Vas a ver a Nemo, que vive en las Anémonas, en pareja y que si te acercas salen a defender su casa, pequeñitos, coloridos y elegantes, además tras la película en su honor resultan más cercanos que nunca. Los Cleaning Fish te mordisquean el oido si te paras en su "estación de lavado", y si tienes heridas con costra te la arrancan, cosa que puede ser dolorosa, pero lo hacen de buena fe, su función natural es limpiar la piel muerta de otros seres como nosotros y la de sus colegas los otros peces. Y esto solo con unas gafas baratas que se empañan.
Buceando estas aguas es otra historia, y esa es una de las razones por las que vinimos. Estos iban a ser nuestros primeros "fun dives", buceos recreativos, y tal vez los últimos por un tiempo, así que buscamos el centro de buceo barato, seguro y con buen ambiente, así como grupos reducidos, un buen guía y que con nuestra baja experiencia nos permitieran hacer inmersiones complejas, divertidas y con acción. Mucho pedir, ¿verdad?, pues lo encontramos.
Tras pasar por el centro de buceo de nuestra playa, por Rubiah Divers, nos pudo el ambiente de "posh" de los buceadores. Es un deporte caro y a veces coincides con este tipo de público: comparándose, midiéndose entre ellos y juzgándote; intentando ponerte a prueba con su charlatanería técnica que no tienes por qué saber, o que con el tiempo ya aprenderás. Con su pan se lo coman, pensamos, les dejamos excitarse mutuamente con sus cenas de familia casi sectareas, y sin saludarte cuando pasas, como si no nos conociéramos en una playa donde no hay más de 50 turistas.
Y claro está, donde hay un extremo, existe el otro, el rincón del exiliado, y allí nos dirigimos. Primero pasamos por Lumba Lumba, que es el centro más profesional de la isla, dirigido por holandeses, pero nos pareció demasiado pro para unos humildes mochileros como nosotros.
Y el final de nuestra búsqueda llegó cuando conocimos a Steffen. Llegamos a su tienda al descartar Lumba Lumba y ver, en la misma playa, el lugar más "costra" (expresión nuestra, todo un concepto) que uno se pueda imaginar, con divertidas pinturas sobre madera del dueño fumandose un cigarro caricaturizado diciendo, "Divers!! move your ass!!".
Él estaba sentado en los bancos donde se cuelgan los equipos, fumandose un cigarro y leyendo el periódico. Será un hombre de unos cincuenta años tirando bajo, con pocos pero orgullosos dientes, pelo largo con coleta y tambien escaso. Le preguntamos por los precios, y fue positiva la respuesta, él cobraba en moneda malaya, país donde tiene dos escuelas de buceo desde el 91 y donde él empezó a bucear en los setenta. Además toda la dinámica actual del buceo no le ha corrompido y él se regocija de no importarle los "PADI standars" si no los suyos.
PADI (Professional Association of Diving Instructors), es un ente extraño que domina el mercado del buceo y lo regula a su manera. Es la empresa más extendida, la más comercial y la que abre las puertas del buceo a todos los públicos. En casi todos los centros de buceo hay un símbolo de PADI dando a entender que disponen de instructores que imparten estos cursos, aunque el centro en sí no lo sea. También en el ámbito profesional es ventajoso, ya que se dispone de una gran bolsa de trabajo para Dive Master, Instructores, etc; para trabajar en cualquier parte del mundo.
Dada la complejidad de la estructura del mercado del buceo, y sus empresas, cursos, negocios, etc; no voy a profundizar mucho en ello, sino que os voy a contar mi experiencia en nuestros primeros "fun dives" con Steffen.
Kolo (en la foto,la buceadora de estranjis agarrada a nuestro guía. Por favor no intentar esto en casa) que es Dive Master, pero llevaba casi un año sin bucear, pidió un buceo facil para empezar y encontrarse de nuevo inmersa en las profundidades, de forma relajada y sin dificultades técnicas que la estresaran. Nosotros veníamos con el Advance fresquito de Ko Tao y dispuestos a lanzarnos a cualquier cosa, pero nos vino bien este primer buceo sencillito para conocernos todos bajo el agua, y demostrarle a Steffen que podíamos pasar a la acción en las siguientes inmersiones.
Ese día ya puestos hicimos otra inmersión tranquilita pero muy curiosa: visitamos un volcán submarino, sin crater definido y sin estar en lo alto de una montaña, pero con una base resquebrajada, con aire caliente empujado desde el centro de la tierra, y restos de azufre amarillo y maloliente por todas partes. Los peces utilizan las burbujas para limpiarse y hacer su paradita de relax, como el humano en un balneario.
Steffen no nos pidió certificados, ni experiencia mínima para pasar a la acción, comprobó en esas dos sencillas inmersiones que estábamos preparados para el resto.
Al día siguiente partimos en el "speed boat" y nos dirigimos al extremos de Rubiah Island, donde hay otro islote y las corrientes del norte confluyen, haciendo el buceo fácil y tranquilo en unas zonas e imposible en otras. Por esto es importante ir con un guía que conozaca la zona y sepa leer bien la dirección e intensidad del agua, para sacarle el mayor partido a la inmersión.
El punto se llama Batee Tokong, donde obtuvimos la acción que pedíamos. Saltamos de la lancha sin aire en los chalecos para iniciar la inmersión de inmediato y así evitar que nos arrastrase la corriente en superficie, nos reagrupamos protegidos en unas rocas y rodeamos el islote a una profundidad de 25 - 30 metros, menos Xavi que rozó los 45 metros, distraido jugueteando con un pez. Todavía discutimos si fue causa de la narcosis (embriaguez producida por el nitrógeno a partir de cierta profundidad) o no.
En este lugar el escenario es mágico: a un lado la vasta pared de roca plagada de coral y bancos de coloridos peces pequeños moviendose entre las bestias. Morenas, rayas, meros, atunes, tiburones... Y cientos de tipos de coral. Tú flotas en el vacío, con el abismo perdiéndose en las profundidades. Entre las rocas multitud de morenas con su bostezo eterno acechandote, y los "scorpion fish" se camuflan cambiando de color y mimetizándose con el coral y la roca.
Una vez recorrida la pared de roca y coral, Steffen nos hizo la señal de corriente, y nos indicó que le siguiéramos, el océano nos impulsó a una velocidad de vértigo, jamás pensé que buceando se pudiera ir tan deprisa; ascendimos bastantes metros en muy pocos segundos, esto me preocupó, pero Steffen sabía lo que hacía. Xavi culeaba como un coche de rally y levantaba el puño como supermán, yo me quedé pegado a un par de rocas que no pude sortear, con el regulador y la máscara separándose de mi cara por la fricción del agua.
Cuando llegamos a la cima de esta elevación submarina nos refugiamos de la corriente que nos había hecho volar, detras de las formaciones rocosas del final de la ascensión, pero todavía a unos diez metros de profundidad. En este punto descansamos, nos miramos e hicimos las señas de OK; las burbujas que salian de nuestro regulador ascendían gentilmente mientras la roca nos cubría, y después echaban a volar con las aguas violentas que las mandaban al vacio azul oscuro. Era como estar resguardados de un huracán. Se podía ver clarísimamente la termoclina distorsionando la visión, de la misma forma que el calor hace borrosa la imagen de una recta de asfalto. Cuando la corriente caliente te golpea es como un baño de sales en el fondo del océano, y cuando es la fria la que acecha, la cosa cambia.
Con esta inmersión descubrimos el nuevo mundo del drifting, la sensación de volar y los cambios de temperatura, y sobre todo la gran cantidad de vida que generan en las zonas donde confluyen las corrientes.
Visto nuestro entusiasmo, el segundo buceo fue más de lo mismo pero de mayor intensidad. Parecíamos comandos saltando del bote a toda velocidad, con más lastre de lo normal, descendiendo cabeza abajo hacia unas rocas donde tendríamos buenos agarres, donde descansaríamos y donde nos sería posible reagruparnos. Yo no entendí nada de todo este proceso hasta que estuve dentro del agua, ya que el único problema de Steffen es su inglés macarrónico, y el aire que se le escapa por los huecos de los dientes que le faltan. Así que cuando salté me dí cuenta de que la corriente me arrastraría hasta el infinito si no descendía a un punto de agarre cuanto antes. Entonces vi a Xavi haciendome señas desde un pináculo de roca, nos cogimos de las muñecas para sujetarnos, busqué los agarres y nos estabilizamos; lo mismo hicimos con Kolo, y cuando Steffen bajó ya estábamos todos. Hicimos la señal de OK y, a volar!!!! Fue otro drifting increible, lleno de acción y psicodelia submarina, justo lo que queríamos.
Tras estos maravillosos dives, Steffen marchó a Malasia de vacaciones, y nosotros volvimos al tubo, las gafas, y al coral de nuestros baños matutinos. Finalmente hicimos varios fun dives con Rubiah Divers, y no lo pasamos mal, de hecho las fotos que aquí veis son de aquellas inmersiones, pero como Steffen nada. El relax de Iboh es extremo, y su gente muy acogedora, saben cuidar al turista y lo hacen de forma cálida y cercana. Para muchos el lugar anda falto de servicios, de ocio y de dificil acceso; pero si ya has tenido suficiente, es el mejor lugar para tumbarse en la hamaca y respirar.
Es imortante contar que hasta en las hamacas uno esta en peligro. Lo digo porque tras una agradable siesta, me estiré, desperezándome y puse mis brazos detras de la cabeza. La hamaca sujetaba mi espalda, pero no mi hombro que en ocasiones tiende a dislocarse; y eso es exáctamente lo que ocurrió. Volvió a su sitio en menos de un segundo, pero el dolor, y la tendencia incrementada de que el hombro vuelva a salirse no me hicieron ninguna gracia. De hecho, pasados un par de días, creyendome recuperado, me lo volví a dislocar subiendo al barco de nuestro amigo Wawan, y esta vez fue bastante más violento. así que con mi vuelta a casa va a tocar la visita al fisioterapeuta.
En Iboh se da un gran mestizaje turístico, desde locales, voluntarios de ONG´s, mochileros, buceadores; hay poca gente pero de muy diversos backgrounds. Y dada esta diversidad, hemos conocido a algunos personajes muy interesantes:
El primer día conocimos a una psicóloga alemana que trabaja en Phnom Phen, capital de Camboya, y se encarga de asistir a testigos que declaran en el juicio, todavía hoy abierto, para procesar a los principales Khemeres Rojos, responsables de perpetrar una de las barbaries más sangrientas de nuestra historia contemporanea, todo un historión.
También conocimos a un hombre que trabajaba para el Comité Cruz Roja Internacional, normalmente encargado que en zonas de conflicto se respeten los diferentes tratados sobre cómo una guerra debe llevarse a cabo, incongruencias de nuestro lindo planeta. En este caso, aunque en Banda Ache el conflicto entre independentistas musulmanes y el gobierno haya cesado tras la catástrofe del sunami, CICR sigue presente en una gran feria de negocios humanitarios, que se ha convertido en un "play ground" de corrupción y ONG´s alimentando la gran fiesta de lo humanitario. Es un concepto muy personal de esta parte del mundo. Las calles estan llenas de coches de las Naciones Unidas, con sus antenas de conexión via satélite, y mientras las inyecciones de dinero alimentan el crecimiento de estas asociaciones, a otros lugares como Pulau Weh no se le reconstruyen ni las carreteras.
Este hombre, ahora se dedica a entrevistar a presos occidentales en carceles de Indonesia, comprobando que se respeten los derechos humanos en las prisiones. La gran mayoría de las personas occidentales que complen condena en Indonesia, son parte de otra cadena de producción de corrupción, de otro negocio estatal de gran magnitudo. Gente que ha sido arrestada por fumarse un porro, que a su vez se le ha sido ofrecido y suministrado por el propio policía que le arresta; y mientras cumple condena los carceleros fuman librementet en las instalaciones de la prisión. Es toda una incongruencia real que muchos viven y que no le deseamos a nadie.